Los músculos del cuerpo mantienen un “tono muscular normal”, un nivel de tensión muscular que nos permite sostenernos. Sin embargo, cuando la tensión en los músculos aumenta, se vuelven rígidos y se dice que son “espásticos”. Cuando los músculos se vuelven espásticos, su rango de movimiento disminuye y este puede causar dolor.
La espasticidad, uno de los síntomas más comunes de la esclerosis múltiple (EM), se manifiesta como rigidez muscular, a menudo generalizada y crónica y puede ser la causa de muchos otros síntomas asociados (sueño, disfagia, disartria, problemas de esfínteres y vejiga, sexuales, etc) siendo un síndrome espástico.
De hecho, la espasticidad es una de las principales causas de discapacidad en las personas que sufren EM puesto que suele acompañarse de dolor, ya sea continuo o por espasmos, cambios en el funcionamiento vesical, en el patrón del sueño e incapacidad para caminar y realizar otros movimientos, incluidos los necesarios para la higiene personal.
Los espasmos son movimientos musculares involuntarios en las extremidades y el torso, que se clasifican en:
- Flexores: las articulaciones se doblan.
- Extensores: se produce una extensión de las extremidades.
- Aductores: las extremidades se acercan a la línea media del cuerpo, por ejemplo, los brazos se mueven hacia el tronco y las piernas se juntan.
Las personas que sufren espasticidad como consecuencia de la esclerosis múltiple pueden padecer una serie de síntomas, entre ellos:
- Hipertonicidad (aumento del tono muscular), que en algunos casos puede provocar rigidez muscular y de las articulaciones, así como disfunción vesical.
- Actividad muscular espontánea en forma de espasmos musculares incontrolables que pueden ser de naturaleza aislada o se presentan como una serie de contracciones musculares rápidas que se conocen como clonus.
- Reflejos tendinosos exagerados.
Estos síntomas están asociados con:
- Dolor, que puede variar desde un nivel leve (músculos tensos) hasta un grado severo (espasmos dolorosos en las extremidades).
- Despertar nocturno, debido al dolor y/o la rigidez muscular asociada a la disfunción vesical.
- Deterioro de la función muscular, que puede afectar tanto el caminar como otros tipos de movimientos y el habla.
Los problemas que acarrea la espasticidad pueden provocar discapacidades funcionales, como cambios en la postura debido al aumento del tono muscular (tensión muscular o estado de actividad). De hecho, es fundamental que los músculos tengan un tono adecuado, el cual no solo nos permite movernos y mantenernos en posición vertical sino que también confiere cierta flexibilidad y velocidad a los movimientos.
La rigidez muscular puede agravar la fatiga y convertir las actividades diarias en un desafío.
La espasticidad también puede provocar otras dificultades:
- Problemas para usar piernas y brazos: la movilidad de las personas que sufren espasticidad normalmente se reduce, lo que a menudo implica una disminución de su calidad de vida y un cambio en las actividades cotidianas.
- Falta de energía provocada por la fatiga, un problema que afecta a más del 90% de los pacientes con EM y que puede tener efectos dramáticos en sus interacciones sociales y profesionales.
- Disfunción vesical, un problema muy común en la EM como resultado del cual, un alto porcentaje de los pacientes que sufren esta enfermedad necesitan ir al baño con frecuencia.
- Trastornos del sueño, el factor que más contribuye a la fatiga que experimentan los pacientes con EM.
- Espasmos, estas contracciones musculares repentinas y dolorosas pueden alterar la calidad del sueño y contribuir a la fatiga diurna.
Los problemas asociados a la espasticidad pueden dificultar actividades como caminar, sentarse o levantarse de una silla, bañarse, estirarse, vestirse y otras tareas cotidianas. Además, algunos pacientes informan que los espasmos incontrolables a menudo les generan situaciones incómodas. La espasticidad también puede disminuir su autoestima. Por eso, es importante que el paciente hable francamente con quienes lo rodean, desde el personal médico hasta sus familiares y amigos.
Todas las personas que sufren espasticidad no tienen dolor. El dolor generalmente se debe a la rigidez muscular, la cual hace que los tendones se acorten, lo que dificulta a su vez la flexión o extensión de las extremidades. El dolor es el resultado del agarrotamiento (contracción) de los tejidos. No obstante, algunas personas con espasticidad sufren un dolor profundo y sistemático en las articulaciones.
En algunos casos, cierto grado de espasticidad puede contribuir a compensar la debilidad motriz en las piernas, ayudando a los pacientes caminar, pararse o moverse de un asiento a otro.
Las neuronas son las células básicas del sistema nervioso y se encuentran protegidas por una especie de “funda” formada por una proteína llamada mielina, una estructura similar a la de un cable eléctrico protegido por el plástico. Las neuronas transmiten las señales necesarias para que nuestros sentidos y habilidades motoras funcionen con normalidad. El sistema nervioso central (que incluye el cerebro, el cerebelo y la médula espinal) es el encargado de procesar esas funciones, lo que permite, por ejemplo, que algunos músculos se contraigan mientras otros se relajan cuando realizamos un movimiento. Eso ocurre porque el cerebro envía mensajes a la médula espinal y desde allí a los músculos.
En la esclerosis múltiple esos mensajes no se transmiten correctamente porque la vía entre el cerebro, la médula espinal y los músculos está dañada. Los mensajes están mezclados, por lo que varios grupos musculares se contraen erróneamente al mismo tiempo. Por eso se pierde progresivamente el control de los movimientos que requieren una mayor precisión. Además, la contracción simultánea de los músculos extensores y flexores provoca una falta de coordinación que a menudo genera dolor y debilidad.
Al igual que el resto de los síntomas asociados a la EM, la espasticidad es la consecuencia de la degradación progresiva de la mielina y las fibras nerviosas. Como resultado, se produce una degradación de la señal que transmiten las neuronas responsables de transportar los impulsos desde el cerebro y la médula espinal hasta los músculos, provocando así una activación excesiva. Las neuronas motoras alfa, que son las responsables de iniciar las contracciones musculares, se ven particularmente afectadas.
La mayoría de los pacientes con esclerosis múltiple sufren espasticidad, aunque en diferentes grados.
La EM es una enfermedad muy variable, tanto en lo que respecta a su inicio como a su evolución. En la espasticidad, los “brotes” o recaídas son más frecuentes al inicio. El brote es cualquier cambio neurológico nuevo y abrupto relacionado con los síntomas (que dure más de 24 horas) o un empeoramiento evidente de los síntomas previos (en ausencia de fiebre y sin que el paciente consuma algún medicamento que pueda empeorar su estado general de salud, como los sedantes).
Los brotes de espasticidad pueden variar mucho en intensidad, duración y período de recuperación. En los casos leves no llegan a limitar la vida diaria, pero en los casos graves afectan en gran medida las actividades cotidianas de la persona. Los brotes pueden durar algunos días (siempre más de 24 horas) o varias semanas, con un período de recuperación que puede ser de algunos días o hasta 3 meses.
Con el tiempo, en la mayoría de los casos los síntomas de la EM dejan de aparecer en brotes y se vuelven permanentes. Lo mismo ocurre en el caso de la espasticidad: la persona mantiene un grado continuo de rigidez, que puede cursar con más o menos espasmos.
Para diagnosticar y controlar la progresión de la espasticidad se pueden realizar varias pruebas, las cuales se centran en evaluar la actividad muscular:
- Analizar las características de los movimientos voluntarios e involuntarios de brazos y piernas para verificar el tono muscular.
- Medir la frecuencia e intensidad de la actividad muscular espontánea (espasmos, clonus).
- Preguntarle al paciente, su cuidador o el profesional de la salud su impresión general.
- Evaluar la capacidad del paciente para realizar ciertas actividades, como caminar o tareas de cuidado personal, o analizar su calidad de vida en sentido general.
Existen escalas de medición para evaluar el grado de espasticidad desde un punto de vista clínico, como la Escala de Ashworth, la Escala Numérica (NRS) y la impresión clínica global, entre otras.
Es probable que las personas que sufren EM sean tratadas por un equipo multidisciplinario compuesto por médicos, enfermeros, psicólogos, logopedas y/o fisioterapeutas. Estos profesionales determinarán cuál es el mejor plan terapéutico para cada caso.
Los objetivos principales del tratamiento de la espasticidad son:
- Movilidad: mejorar el uso de las extremidades afectadas y la capacidad de la persona para realizar sus actividades cotidianas.
- Comodidad: reducir el dolor y la incomodidad asociados a la rigidez o los espasmos.
- Cuidado personal: mejorar la postura y facilitar la higiene de manera independiente.
- Calidad de vida: mejorar o mantener la capacidad para realizar actividades cotidianas relacionadas con la movilidad, el trabajo, la familia y las actividades recreativas.
A continuación, y con fines meramente informativos, podrás hallar algunas pautas para tratar la espasticidad asociada a la EM:
1.Tratamientos no medicamentosos
a) Ejercicios para la espasticidad
La fisioterapia (rehabilitación) es un pilar fundamental en el tratamiento de los síntomas de la EM e incluye diferentes opciones:
- Fisioterapia: se trata de ejercicios pasivos para el rango de movimiento que incluyen instrucciones para realizar losejercicios regularmente, ya que ayudan a fortalecer, estirar y relajar los músculos y, al mismo tiempo, contribuyen a mejorar la movilidad de las articulaciones y aumentar el flujo sanguíneo. El fisioterapeuta también te proporcionará una serie de ejercicios que puedes hacer en casa.
Antes de elegir el tipo de tratamiento a seguir, el fisioterapeuta examinará al paciente para formarse una idea de su estado físico y grado de movilidad. La fisioterapia puede ayudar a mejorar los síntomas y también asegura que la persona no adopte malas posturas o malos hábitos durante el movimiento que puedan empeorar la espasticidad. En algunos casos, es probable que el paciente tenga que cambiar su forma de caminar o utilizar un dispositivo de ayuda para moverse con mayor facilidad y evitar así los espasmos musculares.
En la EM leve, a los pacientes generalmente les explican que deben mantener un buen nivel de actividad física realizando ejercicios de estiramiento y fortalecimiento muscular. Si la espasticidad es moderada o grave, el fisioterapeuta puede incluir ejercicios y posturas que reduzcan el tono muscular para lograr que los músculos sean más flexibles, así como recurrir a la terapia con frío y las técnicas de movilización muscular.
Por lo general, el fisioterapeuta trabajará con el paciente un programa de ejercicios de estiramiento encaminado a mantener la longitud muscular adecuada, con el objetivo de reducir la rigidez y frecuencia de los espasmos. Los ejercicios de estiramiento pueden ser activos (realizados por el paciente) o pasivos (completados con la ayuda de otra persona), por lo que el fisioterapeuta también puede incluir al cuidador en las sesiones.
- Hidroterapia: hacer ejercicios para la espasticidad en una piscina también contribuye a relajar los músculos. A veces, el uso de bolsas de hielo o productos similares (crioterapia) puede ser útil. Los masajes también ayudan a aliviar la rigidez muscular.
- Terapia ocupacional: cuando sea posible, los terapeutas ocupacionales trabajarán junto con los fisioterapeutas para determinar cómo los síntomas físicos afectan la vida diaria de los pacientes y ayudarlos a preservar su autonomía enseñándoles movimientos especiales para aliviar los síntomas de la espasticidad. Por ejemplo, un terapeuta ocupacional puede analizar cómo la espasticidad afecta la manera de levantarse y sentarse en una silla, o cómo los movimientos hacia y desde la silla influyen en la espasticidad. Estos profesionales también pueden recomendar el uso de dispositivos de ayuda para que el paciente pueda realizar sus movimientos diarios y se encargan de que la cama, las sillas o la silla de ruedas que use el paciente sean adecuadas.
b) Cirugía
En dependencia del paciente y las características de su espasticidad, la cirugía puede ser una última alternativa viable para los casos avanzados y graves de espasticidad provocada por la EM. En el tratamiento de la espasticidad se usan diferentes tipos de cirugías:
- La cirugía ortopédica puede ser una opción si los cirujanos deciden alargar los tendones, fusionar las articulaciones o tratar las malformaciones.
- La corrección quirúrgica, junto con la rehabilitación adecuada, puede servir para alargar los períodos de descanso, reducir el dolor y evitar las escaras (tejido cutáneo debilitado que se vuelve duro, seco y de color blanco perlado, gris o negro).
c) Ortesis ortopédicas: pensadas para forzar la postura correcta de las
extremidades deformadas y facilitar el movimiento.
d) Tratamientos alternativos de la
espasticidad:
Los tratamientos alternativos incluyen la acupuntura (para algunos tipos de dolor) y las técnicas de relajación como el yoga y la meditación, pero no existen suficientes estudios sólidos en grandes muestras que respalden su uso.
2. Medicamentos de primera y segunda línea para el tratamiento de la espasticidad
Existen varios medicamentos de primera y segunda línea que se pueden recetar para tratar la espasticidad, los cuales incluyen desde relajantes musculares hasta fármacos antiepilépticos en dosis bajas. Los principales medicamentos son:
- Relajantes musculares orales como el baclofeno
- Benzodiazepinas como el diazepam
- Cannabinoides aprobados en formato de spray oromucosal que contienen la misma proporción THC:CBD para obtener los beneficios y evitar el efecto psicótico.
3. Tratamientos con medicamentos inyectables para la espasticidad
Los tratamientos farmacológicos inyectables a nivel local son otra alternativa para los pacientes cuya espasticidad solo afecta un área pequeña, lo que se conoce como espasticidad focal, o en aquellos casos que no responden bien a la medicación oral. Existen diferentes tratamientos:
- Neurotoxinas (toxina botulínica): inyectadas directamente en el músculo, reducen la tensión muscular y tratan la espasticidad localizada (focal). Normalmente se suministran como parte de un programa de rehabilitación y sus efectos duran entre 2 y 4 meses.
- Bloqueos nerviosos usando agentes neurolíticos: las inyecciones de fenol o alcohol en el extremo del nervio del área afectada, los destruye generando un estado de relajación muscular. Los resultados no duran mucho, por lo que el procedimiento se debe repetir cada pocos meses.
- Relajantes musculares administrados intratecalmente (baclofeno): se trata de un último recurso para pacientes que sufren espasticidad en las extremidades inferiores y no responden adecuadamente a otros medicamentos, o en el caso de que no puedan tolerar los otros medicamentos. Se administra insertando un catéter (tubo pequeño) en el saco tecal (el espacio que rodea la médula espinal) y conectándolo a un depósito de medicamento con una bomba de infusión. Se implanta quirúrgicamente bajo la piel abdominal para administrar directamente el medicamento en la médula espinal. Requiere cuidados especiales.
Referencias:
1. US National Multiple Sclerosis Society, MS symptoms. Consultado http://www.nationalmssociety.org/Symptoms-Diagnosis/MS-Symptoms
2. Drs. M. Murie & E. Moral (2011): Espasticidad en esclerosis
múltiple, ISBN: 978-84-15198-27-7, Luzán 5, S.A., Madrid, España.
Esta información es de carácter general, no suplanta el consejo de un
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tratamiento.